jueves, 25 de febrero de 2016

"Escondiéndome con Fiona Apple". Entrevista de Dan P. Lee. Vulture. 2012. 1ª Parte.


Foto: Marilyn Minter. Peluquería: Kayla Michelle de Atelier Management usando KMS. Maquillaje: Walter Obal de Atelier Management con productos de Channel

Este reportaje apareció el 25 de julio de 2012 en la edición del New York Magazine.

Fiona Apple estaba en el piso de arriba, sola, vigilando la pequeña suite de su hotel boutique en el Soho. Era un mediodía de Mayo, y había llegado a Nueva York, la ciudad en la que creció, unos días antes desde París, donde estaba grabando un videoclip. Se suponía que debía estar sentada en el bar del hotel respondiendo preguntas sobre su nuevo disco y su vida en general, una vida que, a excepción de actuaciones esporádicas en el club Largo, en Los Angeles, mantiene casi herméticamente sellada. Vestía una falda larga negra de nylon, una camiseta sin mangas y una fina sudadera verde; no había rastro de maquillaje. Llevaba el pelo recogido. A pesar de llegar tarde, estaba consultando su portátil, que a menudo le resulta difícil manejar, tecleando la palabra “neuronas espejo” en Google. Empezó a garabatear con un lápiz en un trozo de papel del hotel. La mañana – que equivale a decir “horas después de la medianoche”- se había desarrollado bien, el sol había salido sin problemas, se sentía bien, y había considerado seriamente seguir sin parar, como suele hacer, pero, con un ajetreado día por delante, supuso que lo mejor sería descansar, y, para su sorpresa, se deslizó hacia la inconsciencia bajo la mesa de café. Cuando despertó a las diez, se sentía diferente. Se sentía mal. Volvió a la ventana y se pasó la mañana mirando hacia la calle, al hombre (claramente drogado) que seguía cojeando a lo largo del mismo bloque de Grand Street, recogiendo ramitas y removiéndolas. En su cabeza escuchó el estribillo de la canción de los setenta: “Hazlo, hazlo, hasta que estés satisfecho”.

Ahora, estaba exhausta. A pesar de que ha tenido problemas con el sueño desde que era pequeña, éste se ha convertido en un antagonista constante durante los últimos años, hasta tal punto que encuentra tortuoso trepar hasta una cama normal (en su casa de Venice, California, ella y su perra Janet se acuestan a menudo sobre un colchón de aire en el patio trasero). Por tanto, era lógico que el sueño, o la falta de ello, se filtrara en los otros dos temas – la cordura y el amor – que impregnan la mayor parte de su música, incluyendo el primer sencillo de su nuevo álbum, “The Idler Wheel”, el cuarto en dieciséis años, con un intervalo de siete años desde su último disco. […]

Existe un fortísimo argumento para afirmar que Fiona Apple, de 34 años, es el músico más popular de su generación. Esto, a primera vista, podría parecer una sentencia inapropiada, ya que Apple mueve números insignificantes de “unidades” y es la antítesis de lo prolífico. Además, da la casualidad de que critica desde hace tiempo la industria musical, y más específicamente, a su compañía, Sony Records. (Con propósitos estrictamente comparativos, digamos que en el lapso de seis años que transcurrió entre el segundo y el tercer álbum de Apple, Britney Spears publicó cinco CDs, incluyendo su debut y un “Grandes Éxitos”).

Apple escribió la mayoría de su primer álbum, "Tidal", durante la adolescencia; publicado en 1996, cuando contaba con 18 años, fue nominado a tres Grammys. Los dos siguientes – “When the Pawn” y “Extraordinary Machine”, lanzados en 1999 y 2005 respectivamente – consiguieron nominaciones similares y aparecieron en lo alto de prácticamente todas las listas de los críticos dedicadas a los mejores discos del año (Kanye West ha dicho que “Extraordinary Machine” le hizo querer ser ‘la Fiona Apple del hip-hop’). Pero es su último trabajo, un minimalista tour de force rítmico y confesional, el que, en su contención, se erige como su trabajo más fuerte hasta ahora.

Su ADN musical único – que fusiona el jazz y los “old standards” con una dosis de cantautora post años sesenta – parece inseparable de su ADN biológico, una dinastía de intérpretes americanos de clase obrera empapados de vodevil, “big band”, teatro y televisión por cable.

Así que, en “Every Single Night”, las líneas “Pequeñas alas de mariposas envueltas en llamas blancas” vienen con un ligero aleteo; hay una aceleración, un crescendo a través de “ Revolotean en el vientre, hinchándolo hasta el incendio”

"¿Cómo estás?"

Nos quedamos en el bar del hotel, y Apple dijo que había estado esperando esa pregunta, así de simple. Ésta había colaborado en provocar su estado de ánimo. Me habló de su mañana hasta el momento. Había elegido la mesa en la esquina más alejada de la habitación, junto a una ventana que da a Grand Street. Durante un buen rato, siguiendo su ejemplo, casi no hicimos contacto visual. Era tímida y extrovertida al mismo tiempo. “No sabía cómo soy realmente”, explicó. “No podía entender qué coño estaba pasando con mi cerebro”.

Sin embargo, diez minutos antes, “en el piso de arriba, he encontrado la respuesta en el último momento. De repente pensé: ¡las neuronas espejo!. Y yo estaba como-“

En este punto, se quedó sin aliento. Dijo que se sentía como “Sherlock Holmes encontrando la pista”. Sacó el pedazo de papel del hotel que “va a hacerme parecer una loca”. Vaciló y dijo que no entendía por qué estaba tan nerviosa. La interrumpí para decirle que yo también lo estaba. Por primera vez, me miró. Sus ojos eran verdes y enormes, como pepitas de chocolate de menta cuando se derriten. “Eso es muy” – se rió -  “de neuronas espejo por tu parte”. Le pregunté qué eran las neuronas espejo. Me dijo que eran las que “hacen que sientas empatía”. Entonces, comenzó a leer con rapidez, con furia, el pequeño trozo de papel:

Neuronas espejo Los ojos de Audrey Hepburn dibujan una Cara con Ángel La empatía ciega sólo un día Ayer la mamá de Andrei simplemente citó a un amigo Por otra parte una mala terapia de repetición repetición ¡Sin detalles! Desviar la atención con una carcajada [el texto de artículo es tal cual, sin signos de puntuación].

Me explicó que no suele ver la tele en casa. Sin embargo, en cuanto llega al hotel, se pone, generalmente, el canal TCM sin volumen. Esta mañana, cuando se despertó, estaba la película de “Historia de una Monja”, lo cual le pareció gracioso porque ayer, en la sesión de fotos para este articulo, había estado pensando en Audrey Hepburn porque el fotógrafo no paraba de decirle cosas como ¡Ojos grandes! ¡Ojos grandes! ¡Ojos enormes!, y le hizo recordar que cuando era niña, había tenido ese miedo de tener unos ojos inusualmente pequeños, y un día que no había ido a la escuela (siempre fingía que estaba enferma), vio la película “Una Cara con Ángel” con Audrey Hepburn, y temió que estuviera empezando a parecer que estaba obsesionada con Audrey Hepburn, lo cual no era cierto, y empezó a dibujarla, una y otra vez, con unos ojos enormes terriblemente distorsionados. De todos modos, “Una Cara con Ángel” era esa tonta peli romántica, pero ella había recordado ese momento, en el que tenía unos diez años, y el personaje de Audrey empezaba a hablar sobre la empatía, o algo así.

La experiencia hizo que comenzara a tratar de sentir lo que sentían otras personas. Así, si veía que alguien se quemaba el dedo, su dedo ardía, y tenia que ponerlo bajo el agua fría para detener el dolor. Ahora, mientras pensaba en eso, se preguntó si tal vez había estado “reforzando” sus neuronas espejo.

Cuando estaba en cuarto grado, la madre de su amigo Andrei murió, y recordó estar en el pasillo escuchando a los profesores hablar del tema antes de que Andrei lo supiera. Y mientras estaba ahí de pie, sintió lo que su amigo estaba a punto de experimentar. Aún puede recordar cuánto le molestó que una monja del colegio les advirtiera en clase que no se sintieran mal por él, diciendo que, en realidad, se estaban imaginando que les ocurría a ellos, lo cual era egoísta.  Ella no se había imaginado que fuera su madre, simplemente se había sentido como él, y además, a quién le importa si se estaban imaginando que les pasaba a ellos, en eso consiste la empatía; y ahora, haciendo esta cadena de conexiones, había estado completamente apática, inexpresiva y ansiosa sobre las escaleras, y entonces, a la vuelta de la esquina, se topó con ellas – las neuronas espejo - , le aceleraron el corazón, le entró calor, y estaba tan alterada que estaba teniendo “como tics, y, mierda-“.

“Y he decidido que creo que ya no estoy de acuerdo con el título del disco” – dijo- “O al menos tengo que modificarlo”.

Al igual que “When the Pawn”, su segundo álbum, cuyo título completo, de noventa palabras, apareció, para su orgullo, en El Libro Guinnes de los Records, el título de este disco es una especie de proverbio: “La Rueda Es Más Sabia/ Que La Tuerca / Y Azotar Cables Te Servirá Más/ De Lo Que Las Cuerdas Alguna Vez Harán”. [La rueda a la que Apple se refiere, “Idler Wheel”, es, en ingeniería mecánica, una rueda utilizada para transmitir movimiento o para guiar y soportar el tambor de una máquina rotatoria. “Driver” es conductor, y “Screw” tornillo, por lo que debe referirse a una tuerca, o tal vez sea un juego de palabras con “Screwdriver”, Destornillador.]

Durante mucho tiempo se había identificado con la rueda, un mecanismo que “tiene un gran impacto en cualquier máquina en la que se encuentre, pero parece como si no estuviera haciendo nada, sentada y cogiéndolo todo”, pero ya no estaba segura. Y a pesar de que sabe que no quiere tener hijos, esto le hacía pensar en algunas de sus hipotéticas filosofías parentales (desconoce por qué piensa en eso a menudo): “Una onza de prevención vale por una libra de cura - sí, vale, a veces, pero puedes hacerlo todo bien en tu vida, saberlo todo, y hay hoyos y grietas por todas partes, y por cojones caerás en uno de ellos”, Lo que quiere decir que ella no enseñaría a su hijo a evitar los problemas, sino a salir de ellos. Me contó que había tenido un terapeuta que creía en la revisitación del trauma para desestigmatizarlo, y, cuanto más ha aprendido sobre el cerebro, ha llegado a la conclusión de que “Esa no es la mierda que hay que hacer”.

Era como el dolor fantasma. Como en esa historia del New Yorker, en la que a una mujer le picaba tanto la cabeza que al final se rompió el cráneo con la punta de los dedos. Apple recuerda, de ese artículo, la “caja especular”, un dispositivo simple que duplica el reflejo del miembro residual cuando el otro se ha perdido, por lo que el dolor fantasma desaparece, y esto le hizo llorar cuando lo leyó; había tenido “años y años de dolor, y el truco es así de simple, el cerebro es tan estúpido…”. Su Trastorno Obsesivo Compulsivo, que aún padece, ha mejorado, y, con el tiempo, se ha dado cuenta de que “el cerebro sólo es una máquina que a veces tiene un pequeño fallo, y éste se mete en un bucle, y así se refuerza”. 

Me dijo: “Por eso es tan divertido, por cierto, poner la tele en tu habitación de hotel y sintonizar “New Jersey Housewives” o algo así”. Le pregunté si había visto “Mob Wives”. Me dijo que no. Le contesté que era altamente recomendable. Ella se rió con una carcajada operística. Le dije: “Esta entrevista se ha descarriado del todo”.

“No creo que se haya descarriado en absoluto”, dijo ella muy sinceramente.

Supuse que quería hablar sobre el disco; me dijo que le daba igual. Le comenté que me había parecido su mejor trabajo; ella contestó que que le parecía divertido que dijera eso porque se había encontrado con su exnovio, el cineasta Paul-Thomas Anderson, y “me recuerda como alguien que estaba sumida en nuestra relación desde hace años”, y cuando le preguntó por el álbum, le contestó que se sentía “muy, muy feliz, siento que podría morir ahora mismo, he hecho lo que quería, ésta soy yo”. Yo le dije que me gustó especialmente la canción “Left Alone”, que es muy rara, casi como el ‘scatting’ (el scatting es una forma de cantar, sobre todo en el género de Jazz. Consiste en una especie de improvisación vocal usando palabras sin sentido o emitiendo sonidos que imitan instrumentos musicales).

Me dijo que también era su canción favorita. […]

Su mánager entró para decir que se nos había acabado el tiempo. Apple me invitó a acompañarla a una sesión de fotos; prácticamente no estaba haciendo casi ninguna porque normalmente odiaba ese tipo de cosas, pero esta vez estaba intentando tomárselo de otra forma.

En la sesión, me presentó a todo el mundo como Victor Laszlo. Unas horas después, de vuelta en el hotel, le dí mi tarjeta por si quería ponerse en contacto conmigo. A las 01:41 de la mañana, sonó mi móvil.

“Soy Fiona – mierda- hay un grupo de tíos en la habitación de al lado que no tienen ni idea de lo imposible que es no escucharlos. Bajan las escaleras y vuelven arriba a por coca, hierba y cotilleos…¡es fascinante!. Pero ahora lo que quiero es estar muy tranquila. Estoy tomando notas. El humo de los porros se está colando por la puerta…Estoy pensando en esperar a que todos estén hasta el culo y dejarme caer para pedirles algo de hierba, y después ponerme a escucharlos cuando me haya ido…estoy bastante segura de que pertenecen a un equipo deportivo”.

Le contesté al mensaje. A las 05:34 de la mañana, antes de amanecer, cuando el cielo exhibía un azul surrealista y yo seguía dormido, me envió una foto de su cara, captada desde abajo, sus ojos verdes mirando al objetivo: “He salido a caminar”, escribió.” Se está bien aquí fuera”.

Cuando Apple lanzó su primer disco, la gente aún iba a las tiendas a comprar copias físicas. Se hicieron con esos discos después de oir el single en la radio. Estaciones de radio como Z100 fueron muy influyentes, y acogían presentaciones importantes como el Jingle Ball, en el Madison Square Garden (las compañías discográficas se peleaban por incluir a sus artistas en este festival). En 1997, Apple participó en el Jingle Ball junto a Celine Dion, Savage Garden, Backstreet Boys, Lisa Loeb, The Wallflowers y Chumbawamba […]. Por supuesto, interpretó “Criminal”, escrita en apenas 45 minutos cuando Sony la contrató con 17 años y le exigió un single más obvio. A día de hoy sigue siendo su canción más exitosa. […]       

En aquellos tiempos, Apple siguió las estrategias de Sony, incluyendo la visión del director Mark Romanek para el video musical. Comparado por muchos con pornografía infantil, el video mostraba a Apple con un top de seda color crema y en bragas, unos ojos saltones electrizantes, y dando bandazos desconsoladamente por un sótano de los años 70 entre cuerpos masculinos indistinguibles durante lo que parece una fiesta de pijamas eterna llena de borrachos. Así es como se encontró frente a su primera  audiencia mundial de televisión desde el escenario de los MTV Video Music Awards de 1997, tras disgustar a los grandes favoritos de la noche, los hermanos Hanson, al ganar el premio a Mejor Artista Nuevo.

“No he preparado un discurso”, comenzó a decir tras el podio, poniéndose las gafas y con un vestido blanco que le quedaba ancho. “Pero me alegro, porque no voy a hacer esto como todo el mundo. Veréis, Maya Angelou dijo que nosotros, como seres humanos en plenitud de nuestras facultades, sólo podemos crear oportunidades, y voy a aprovechar esta oportunidad de la manera que yo quiero. Así que, lo que quiero decir es, a todo el mundo que nos está viendo, a todos los que están viéndonos, que este mundo…¡este mundo es una mierda!".

Apple pasó a animar a los espectadores a que no modelaran sus vidas con “lo que pensáis que creemos que es guay”, concluyendo que “es una estupidez que yo esté en este mundo. Pero, para mí, sois todos geniales. Así que muchísimas gracias”. Su reputación – es decir, su caricatura – se selló de forma inmediata.

Quince años después, estaba sentada en un sillón de cuero de la suite de su hotel recordando el pasado. “Cuando entré en el backstage, estaba orgullosa de mí misma”- (esto fue la noche siguiente; habíamos estado hablando durante horas e íbamos borrachos) –“¡Y me hicieron el vacío!. ¡Fingieron que no estaba allí!”. Me contó que ese fue el momento en el que “descubrí que me necesitaban más que yo a ellos” y, en retrospectiva, “fue una de las mejores cosas que he hecho en mi vida”.

Cerca había un pez dorado y negro en uno de los cuencos que daba el hotel; le había llamado Desmond; me enseñó cómo parecía responder cuando ella acercaba la cara y le decía “hola”. Estaba cansada pero animada, y llevaba ropa muy parecida a la del día anterior. Nos había servido a mí y a Charley Drayton – 45 años, el percusionista y hermano espiritual con el que co-produjo el álbum (y que guarda un ligero parecido con Lenny Kravitz, especialmente con gafas) – copas enormes de vino tinto, que vaciábamos constantemente. Estaba llenando su pipa – probábamos la hierba que cada uno llevaba – y tomaba algún que otro chupito de Ketel One (vodka) de las botellas del minibar. Dijo que había estado vaciando un poco de licor de las botellas y reemplazándolo con agua, porque cada una costaba 400 dólares. […]

Quizá el punto más bajo de las cerca de 30 horas que pasaríamos juntos fue cuando le pregunté acerca de la fama. Había terminado en el mueble bar intentando preparar café Keurig. Me miró. Quería saber qué significa “ser famoso”. Desde 1997, había hecho todo lo posible para no llamar la atención. Se comparó conmigo; quería saber la diferencia. Le dije que era muy sencillo: si  yo saliera a la calle y preguntara a 100 personas, nadie sabría mi nombre; supuse que la mitad sabría quién es ella. No le gustó. “Todo eso no tiene nada que ver conmigo”.   

Así que hablamos sobre el álbum. Ella y Charley se conocieron porque éste se había encargado de la batería de “Extraordinary Machine”, se cayeron bien y después, hace unos años, cuando Apple empezó a tener nuevas ideas, le pidió algunas percusiones. Apple estaba leyendo todo el tiempo sobre cosas como escarabajos bombarderos – “Disparan desde el culo esa mierda nociva” – me dijo. Lo que se transformó, en “Regret”: “Pero me quedé sin plumas blancas de paloma para tragar/la orina caliente que viene de tu boca/cada vez que me mencionas”.

Quise saber más sobre “Hot Knife”, la última canción del disco. Ambos sonrieron. A pesar de que, como en todas sus canciones, la idea había llegado en un momento de disociación total, sus raíces estaban probablemente en un concierto de Bach que había visto en Nueva York, y en la canción de las Supremes “Where Did Our Love Go?”, en el lugar en el que dos líneas musicales dan juntas un chasquido, lo que a ella siempre le había dado una “enorme satisfacción”. Charley – cuyo genio como productor, al parecer, iba a desvanecerse – le había dado los mazos para golpear suavemente el ritmo de los timbales. Le había sugerido, “Necesitas decir algo con el piano”, así que Apple hizo una línea malévola ondulando en el fondo de la canción. Y luego estaban las voces: la de ella y, después, en un increíble círculo melódico, la de su hermana Maude. No hubo looping ni Auto-Tune; estuvieron durante horas frente al mismo micrófono, tejiendo sus voces en lo que ella califica como “el momento más íntimo de nuestra vida juntas”.

Por orgullosos que obviamente estuvieran, parecían ansiosos por la acogida del disco a pesar de las primeras críticas entusiastas. Comenté que parecía claro que estuviera nominado a los Grammy. Ella no lo admitió. Pregunté si había alguien que todavía quisiera un Grammy en estos tiempos.

“¿Lo quiso alguien alguna vez?” exclamó.

Charley observó que esto (el mundo de la música) iba de lo que ocurría “al día siguiente”.

“Bueno, es negocio”, dijo Fiona.

Habíamos planeado salir a cenar. En cambio, seguimos bebiendo. Charley pidió al servicio de habitaciones. Fiona y yo comíamos uvas y bebíamos zumo y fumábamos.

En algún momento después de las 2 de la mañana bajamos al Honda Accord de Charley para escuchar la remezcla de “Hot Knife”. […]

Más tarde, cuando estábamos solos fuera de su hotel, le dije que me sentía mal por pedírselo, pero me preguntaba si le importaría que nos viéramos de nuevo, en California, para el artículo. Ella dijo que claro, que ahora era su amigo. “Somos amigos”, dijo, “de verdad”.

Una semana más tarde, sonó mi teléfono. Era un video muy pixelado. Ella iba con gafas y me miraba directamente a los ojos:

“Hola, Dan. Soy Fiona .(Mueve la cámara hacia su perro). Esta es Janet. (La vuelve a mover). Um, ¿vas a venir por aquí mañana?. Um, yo, yo, no sé, estoy desconcertada con lo que me acaba de llegar, este e-mail de mierda, no sé lo que esta gente...¿ están intentando enemistarse conmigo para que haga mierda como esta, para que empiece a pelearme con ellos?. No entiendo por qué hay fotos de modelos en una página que habla de mí. ¿Quién cojones son?. ¿Qué?. ¿Qué?.”.

En el texto adjunto se leía: “¿Eres del oeste?. ¿Y tú que tal?. F”.

No tenía ni idea de lo que estaba hablando. 


FIN DE LA PRIMERA PARTE. LEE LA CONTINUACIÓN

Entrevista original AQUÍ
                                         

No hay comentarios :

Publicar un comentario