Foto: Marilyn Minter. Peluquería: Kayla Michelle de Atelier Management usando KMS. Maquillaje: Walter Obal de Atelier Management con productos de Channel |
Este reportaje apareció el 25 de julio de 2012 en la edición del New York Magazine.
Fiona
Apple estaba en el piso de arriba, sola, vigilando la pequeña suite de su hotel
boutique en el Soho. Era un mediodía de Mayo, y había llegado a Nueva York, la
ciudad en la que creció, unos días antes desde París, donde estaba grabando un
videoclip. Se suponía que debía estar sentada en el bar del hotel respondiendo
preguntas sobre su nuevo disco y su vida en general, una vida que, a excepción
de actuaciones esporádicas en el club Largo, en Los Angeles, mantiene casi
herméticamente sellada. Vestía una falda larga negra de nylon, una camiseta sin
mangas y una fina sudadera verde; no había rastro de maquillaje. Llevaba el
pelo recogido. A pesar de llegar tarde, estaba consultando su portátil, que a
menudo le resulta difícil manejar, tecleando la palabra “neuronas espejo” en
Google. Empezó a garabatear con un lápiz en un trozo de papel del hotel. La
mañana – que equivale a decir “horas después de la medianoche”- se había
desarrollado bien, el sol había salido sin problemas, se sentía bien, y había
considerado seriamente seguir sin parar, como suele hacer, pero, con un
ajetreado día por delante, supuso que lo mejor sería descansar, y, para su
sorpresa, se deslizó hacia la inconsciencia bajo la mesa de café. Cuando
despertó a las diez, se sentía diferente. Se sentía mal. Volvió a la ventana y
se pasó la mañana mirando hacia la calle, al hombre (claramente drogado) que
seguía cojeando a lo largo del mismo bloque de Grand Street, recogiendo ramitas
y removiéndolas. En su cabeza escuchó el estribillo de la canción de los
setenta: “Hazlo, hazlo, hasta que estés satisfecho”.
Ahora,
estaba exhausta. A pesar de que ha tenido problemas con el sueño desde que era
pequeña, éste se ha convertido en un antagonista constante durante los últimos
años, hasta tal punto que encuentra tortuoso trepar hasta una cama normal (en
su casa de Venice, California, ella y su perra Janet se acuestan a menudo sobre
un colchón de aire en el patio trasero). Por tanto, era lógico que el sueño, o
la falta de ello, se filtrara en los otros dos temas – la cordura y el amor –
que impregnan la mayor parte de su música, incluyendo el primer sencillo de su
nuevo álbum, “The Idler Wheel”, el cuarto en dieciséis años, con un intervalo
de siete años desde su último disco. […]
Existe
un fortísimo argumento para afirmar que Fiona Apple, de 34 años, es el músico
más popular de su generación. Esto, a primera vista, podría parecer una
sentencia inapropiada, ya que Apple mueve números insignificantes de “unidades”
y es la antítesis de lo prolífico. Además, da la casualidad de que critica
desde hace tiempo la industria musical, y más específicamente, a su compañía,
Sony Records. (Con propósitos estrictamente comparativos, digamos que en el
lapso de seis años que transcurrió entre el segundo y el tercer álbum de Apple,
Britney Spears publicó cinco CDs, incluyendo su debut y un “Grandes Éxitos”).
Apple
escribió la mayoría de su primer álbum, "Tidal", durante la adolescencia;
publicado en 1996, cuando contaba con 18 años, fue nominado a tres Grammys. Los
dos siguientes – “When the Pawn” y “Extraordinary Machine”, lanzados en 1999 y
2005 respectivamente – consiguieron nominaciones similares y aparecieron en lo
alto de prácticamente todas las listas de los críticos dedicadas a los mejores
discos del año (Kanye West ha dicho que “Extraordinary Machine” le hizo querer
ser ‘la Fiona Apple del hip-hop’). Pero es su último trabajo, un minimalista
tour de force rítmico y confesional, el que, en su contención, se erige como su
trabajo más fuerte hasta ahora.
Su ADN
musical único – que fusiona el jazz y los “old standards” con una dosis de
cantautora post años sesenta – parece inseparable de su ADN biológico, una
dinastía de intérpretes americanos de clase obrera empapados de vodevil, “big
band”, teatro y televisión por cable.
Así que, en “Every Single Night”, las líneas “Pequeñas alas de mariposas envueltas en llamas blancas” vienen con un ligero
aleteo; hay una aceleración, un crescendo a través de “ Revolotean en el
vientre, hinchándolo hasta el incendio”
"¿Cómo
estás?"
Nos
quedamos en el bar del hotel, y Apple dijo que había estado esperando esa
pregunta, así de simple. Ésta había colaborado en provocar su estado de ánimo.
Me habló de su mañana hasta el momento. Había elegido la mesa en la esquina más
alejada de la habitación, junto a una ventana que da a Grand Street. Durante un
buen rato, siguiendo su ejemplo, casi no hicimos contacto visual. Era tímida y
extrovertida al mismo tiempo. “No sabía cómo soy realmente”, explicó. “No podía
entender qué coño estaba pasando con mi cerebro”.
Sin
embargo, diez minutos antes, “en el piso de arriba, he encontrado la respuesta
en el último momento. De repente pensé: ¡las neuronas espejo!. Y yo estaba como-“
En este
punto, se quedó sin aliento. Dijo que se sentía como “Sherlock Holmes
encontrando la pista”. Sacó el pedazo de papel del hotel que “va a hacerme
parecer una loca”. Vaciló y dijo que no entendía por qué estaba tan nerviosa.
La interrumpí para decirle que yo también lo estaba. Por primera vez, me miró.
Sus ojos eran verdes y enormes, como pepitas de chocolate de menta cuando se
derriten. “Eso es muy” – se rió - “de
neuronas espejo por tu parte”. Le pregunté qué eran las neuronas espejo. Me
dijo que eran las que “hacen que sientas empatía”. Entonces, comenzó a leer con
rapidez, con furia, el pequeño trozo de papel:
Neuronas
espejo Los ojos de Audrey Hepburn dibujan una Cara con Ángel La empatía ciega sólo
un día Ayer la mamá de Andrei simplemente citó a un amigo Por otra parte una
mala terapia de repetición repetición ¡Sin detalles! Desviar la atención con
una carcajada [el texto de artículo es tal cual, sin signos de puntuación].
Me
explicó que no suele ver la tele en casa. Sin embargo, en cuanto llega al
hotel, se pone, generalmente, el canal TCM sin volumen. Esta mañana, cuando se
despertó, estaba la película de “Historia de una Monja”, lo cual le pareció
gracioso porque ayer, en la sesión de fotos para este articulo, había estado
pensando en Audrey Hepburn porque el fotógrafo no paraba de decirle cosas como
¡Ojos grandes! ¡Ojos grandes! ¡Ojos enormes!, y le hizo recordar que cuando era
niña, había tenido ese miedo de tener unos ojos inusualmente pequeños, y un día
que no había ido a la escuela (siempre fingía que estaba enferma), vio la
película “Una Cara con Ángel” con Audrey Hepburn, y temió que estuviera
empezando a parecer que estaba obsesionada con Audrey Hepburn, lo cual no era
cierto, y empezó a dibujarla, una y otra vez, con unos ojos enormes
terriblemente distorsionados. De todos modos, “Una Cara con Ángel” era esa
tonta peli romántica, pero ella había recordado ese momento, en el que tenía
unos diez años, y el personaje de Audrey empezaba a hablar sobre la empatía, o
algo así.
La
experiencia hizo que comenzara a tratar de sentir lo que sentían otras
personas. Así, si veía que alguien se quemaba el dedo, su dedo ardía, y tenia
que ponerlo bajo el agua fría para detener el dolor. Ahora, mientras pensaba en
eso, se preguntó si tal vez había estado “reforzando” sus neuronas espejo.
Cuando
estaba en cuarto grado, la madre de su amigo Andrei murió, y recordó estar en
el pasillo escuchando a los profesores hablar del tema antes de que Andrei lo
supiera. Y mientras estaba ahí de pie, sintió lo que su amigo estaba a punto de
experimentar. Aún puede recordar cuánto le molestó que una monja del colegio
les advirtiera en clase que no se sintieran mal por él, diciendo que, en
realidad, se estaban imaginando que les ocurría a ellos, lo cual era
egoísta. Ella no se había imaginado que
fuera su madre, simplemente se había sentido como él, y además, a quién le
importa si se estaban imaginando que les pasaba a ellos, en eso consiste la
empatía; y ahora, haciendo esta cadena de conexiones, había estado
completamente apática, inexpresiva y ansiosa sobre las escaleras, y entonces, a
la vuelta de la esquina, se topó con ellas – las neuronas espejo - , le
aceleraron el corazón, le entró calor, y estaba tan alterada que estaba
teniendo “como tics, y, mierda-“.
“Y he
decidido que creo que ya no estoy de acuerdo con el título del disco” – dijo-
“O al menos tengo que modificarlo”.
Al
igual que “When the Pawn”, su segundo álbum, cuyo título completo, de noventa
palabras, apareció, para su orgullo, en El Libro Guinnes de los Records, el
título de este disco es una especie de proverbio: “La Rueda Es Más Sabia/ Que
La Tuerca / Y Azotar Cables Te Servirá Más/ De Lo Que Las Cuerdas Alguna Vez
Harán”. [La rueda a la que Apple se refiere, “Idler Wheel”, es, en ingeniería
mecánica, una rueda utilizada para transmitir movimiento o para guiar y
soportar el tambor de una máquina rotatoria. “Driver” es conductor, y “Screw”
tornillo, por lo que debe referirse a una tuerca, o tal vez sea un juego de
palabras con “Screwdriver”, Destornillador.]
Durante
mucho tiempo se había identificado con la rueda, un mecanismo que “tiene un
gran impacto en cualquier máquina en la que se encuentre, pero parece como si
no estuviera haciendo nada, sentada y cogiéndolo todo”, pero ya no estaba
segura. Y a pesar de que sabe que no quiere tener hijos, esto le hacía pensar
en algunas de sus hipotéticas filosofías parentales (desconoce por qué piensa
en eso a menudo): “Una onza de prevención vale por una libra de cura - sí,
vale, a veces, pero puedes hacerlo todo bien en tu vida, saberlo todo, y hay
hoyos y grietas por todas partes, y por cojones caerás en uno de ellos”, Lo que
quiere decir que ella no enseñaría a su hijo a evitar los problemas, sino a
salir de ellos. Me contó que había tenido un terapeuta que creía en la
revisitación del trauma para desestigmatizarlo, y, cuanto más ha aprendido
sobre el cerebro, ha llegado a la conclusión de que “Esa no es la mierda que
hay que hacer”.
Era
como el dolor fantasma. Como en esa historia del New Yorker, en la que a una
mujer le picaba tanto la cabeza que al final se rompió el cráneo con la punta
de los dedos. Apple recuerda, de ese artículo, la “caja especular”, un
dispositivo simple que duplica el reflejo del miembro residual cuando el otro
se ha perdido, por lo que el dolor fantasma desaparece, y esto le hizo llorar
cuando lo leyó; había tenido “años y años de dolor, y el truco es así de simple,
el cerebro es tan estúpido…”. Su Trastorno Obsesivo Compulsivo, que aún padece,
ha mejorado, y, con el tiempo, se ha dado cuenta de que “el cerebro sólo es una
máquina que a veces tiene un pequeño fallo, y éste se mete en un bucle, y así
se refuerza”.
Me
dijo: “Por eso es tan divertido, por cierto, poner la tele en tu habitación de
hotel y sintonizar “New Jersey Housewives” o algo así”. Le pregunté si había
visto “Mob Wives”. Me dijo que no. Le contesté que era altamente recomendable.
Ella se rió con una carcajada operística. Le dije: “Esta entrevista se ha
descarriado del todo”.
“No
creo que se haya descarriado en absoluto”, dijo ella muy sinceramente.
Supuse
que quería hablar sobre el disco; me dijo que le daba igual. Le comenté que me
había parecido su mejor trabajo; ella contestó que que le parecía divertido que
dijera eso porque se había encontrado con su exnovio, el cineasta Paul-Thomas
Anderson, y “me recuerda como alguien que estaba sumida en nuestra relación
desde hace años”, y cuando le preguntó por el álbum, le contestó que se sentía
“muy, muy feliz, siento que podría morir ahora mismo, he hecho lo que quería,
ésta soy yo”. Yo le dije que me gustó
especialmente la canción “Left Alone”, que es muy rara, casi como el ‘scatting’
(el scatting es una forma de cantar, sobre todo en el género de Jazz. Consiste
en una especie de improvisación vocal usando palabras sin sentido o emitiendo
sonidos que imitan instrumentos musicales).
Me dijo
que también era su canción favorita. […]
Su
mánager entró para decir que se nos había acabado el tiempo. Apple me invitó a
acompañarla a una sesión de fotos; prácticamente no estaba haciendo casi
ninguna porque normalmente odiaba ese tipo de cosas, pero esta vez estaba
intentando tomárselo de otra forma.
En la sesión,
me presentó a todo el mundo como Victor Laszlo. Unas horas después, de vuelta
en el hotel, le dí mi tarjeta por si quería ponerse en contacto conmigo. A las
01:41 de la mañana, sonó mi móvil.
“Soy
Fiona – mierda- hay un grupo de tíos en la habitación de al lado que no tienen
ni idea de lo imposible que es no escucharlos. Bajan las escaleras y vuelven
arriba a por coca, hierba y cotilleos…¡es fascinante!. Pero ahora lo que quiero
es estar muy tranquila. Estoy tomando notas. El humo de los porros se está
colando por la puerta…Estoy pensando en esperar a que todos estén hasta el culo
y dejarme caer para pedirles algo de hierba, y después ponerme a escucharlos
cuando me haya ido…estoy bastante segura de que pertenecen a un equipo
deportivo”.
Le
contesté al mensaje. A las 05:34 de la mañana, antes de amanecer, cuando el
cielo exhibía un azul surrealista y yo seguía dormido, me envió una foto de su
cara, captada desde abajo, sus ojos verdes mirando al objetivo: “He salido a
caminar”, escribió.” Se está bien aquí fuera”.
Cuando
Apple lanzó su primer disco, la gente aún iba a las tiendas a comprar copias
físicas. Se hicieron con esos discos después de oir el single en la radio.
Estaciones de radio como Z100 fueron muy influyentes, y acogían presentaciones
importantes como el Jingle Ball, en el Madison Square Garden (las compañías
discográficas se peleaban por incluir a sus artistas en este festival). En 1997, Apple participó en el
Jingle Ball junto a Celine Dion, Savage Garden, Backstreet Boys, Lisa Loeb, The
Wallflowers y Chumbawamba […]. Por supuesto, interpretó “Criminal”,
escrita en apenas 45 minutos cuando Sony la contrató con 17 años y le exigió un
single más obvio. A día de hoy sigue siendo su canción más exitosa. […]
En aquellos tiempos, Apple siguió las estrategias de Sony,
incluyendo la visión del director Mark Romanek para el video musical. Comparado
por muchos con pornografía infantil, el video mostraba a Apple con un top de
seda color crema y en bragas, unos ojos saltones electrizantes, y dando
bandazos desconsoladamente por un sótano de los años 70 entre cuerpos
masculinos indistinguibles durante lo que parece una fiesta de pijamas eterna
llena de borrachos. Así es como se encontró frente a su primera audiencia mundial de televisión desde el
escenario de los MTV Video Music Awards de 1997, tras disgustar a los grandes
favoritos de la noche, los hermanos Hanson, al ganar el premio a Mejor Artista
Nuevo.
“No he preparado un discurso”, comenzó a decir tras el
podio, poniéndose las gafas y con un vestido blanco que le quedaba ancho. “Pero
me alegro, porque no voy a hacer esto como todo el mundo. Veréis, Maya Angelou
dijo que nosotros, como seres humanos en plenitud de nuestras facultades, sólo
podemos crear oportunidades, y voy a aprovechar esta oportunidad de la manera
que yo quiero. Así que, lo que quiero decir es, a todo el mundo que nos está
viendo, a todos los que están viéndonos, que este mundo…¡este mundo es una
mierda!".
Apple pasó a animar a los espectadores a que no modelaran
sus vidas con “lo que pensáis que creemos que es guay”, concluyendo que “es una
estupidez que yo esté en este mundo. Pero, para mí, sois todos geniales. Así
que muchísimas gracias”. Su reputación – es decir, su caricatura – se selló de
forma inmediata.
Quince años después, estaba sentada en un sillón de cuero de
la suite de su hotel recordando el pasado. “Cuando entré en el backstage, estaba
orgullosa de mí misma”- (esto fue la noche siguiente; habíamos estado hablando
durante horas e íbamos borrachos) –“¡Y me hicieron el vacío!. ¡Fingieron que no
estaba allí!”. Me contó que ese fue el momento en el que “descubrí que me
necesitaban más que yo a ellos” y, en retrospectiva, “fue una de las mejores
cosas que he hecho en mi vida”.
Cerca había un pez dorado y negro en uno de los cuencos que
daba el hotel; le había llamado Desmond; me enseñó cómo parecía responder
cuando ella acercaba la cara y le decía “hola”. Estaba cansada pero animada, y
llevaba ropa muy parecida a la del día anterior. Nos había servido a mí y a Charley
Drayton – 45 años, el percusionista y hermano espiritual con el que co-produjo
el álbum (y que guarda un ligero parecido con Lenny Kravitz, especialmente con
gafas) – copas enormes de vino tinto, que vaciábamos constantemente. Estaba
llenando su pipa – probábamos la hierba que cada uno llevaba – y tomaba algún
que otro chupito de Ketel One (vodka) de las botellas del minibar. Dijo que
había estado vaciando un poco de licor de las botellas y reemplazándolo con
agua, porque cada una costaba 400 dólares. […]
Quizá el punto más bajo de las cerca de 30 horas que
pasaríamos juntos fue cuando le pregunté acerca de la fama. Había terminado en
el mueble bar intentando preparar café Keurig. Me miró. Quería saber qué
significa “ser famoso”. Desde 1997, había hecho todo lo posible para no llamar
la atención. Se comparó conmigo; quería saber la diferencia. Le dije que era muy
sencillo: si yo saliera a la calle y
preguntara a 100 personas, nadie sabría mi nombre; supuse que la mitad sabría
quién es ella. No le gustó. “Todo eso no tiene nada que ver conmigo”.
Así que hablamos sobre el álbum. Ella y Charley se
conocieron porque éste se había encargado de la batería de “Extraordinary
Machine”, se cayeron bien y después, hace unos años, cuando Apple empezó a
tener nuevas ideas, le pidió algunas percusiones. Apple estaba leyendo todo el
tiempo sobre cosas como escarabajos bombarderos – “Disparan desde el culo esa
mierda nociva” – me dijo. Lo que se transformó, en “Regret”: “Pero me quedé sin
plumas blancas de paloma para tragar/la orina caliente que viene de tu
boca/cada vez que me mencionas”.
Quise saber más sobre “Hot Knife”, la última canción del
disco. Ambos sonrieron. A pesar de que, como en todas sus canciones, la idea
había llegado en un momento de disociación total, sus raíces estaban
probablemente en un concierto de Bach que había visto en Nueva York, y en la
canción de las Supremes “Where Did Our Love Go?”, en el lugar en el que dos líneas
musicales dan juntas un chasquido, lo que a ella siempre le había dado una “enorme
satisfacción”. Charley – cuyo genio como productor, al parecer, iba a
desvanecerse – le había dado los mazos para golpear suavemente el ritmo de los
timbales. Le había sugerido, “Necesitas decir algo con el piano”, así que Apple
hizo una línea malévola ondulando en el fondo de la canción. Y luego estaban
las voces: la de ella y, después, en un increíble círculo melódico, la de su
hermana Maude. No hubo looping ni Auto-Tune; estuvieron durante horas frente al
mismo micrófono, tejiendo sus voces en lo que ella califica como “el momento
más íntimo de nuestra vida juntas”.
Por orgullosos que obviamente estuvieran, parecían
ansiosos por la acogida del disco a pesar de las primeras críticas
entusiastas. Comenté que parecía claro que estuviera nominado a los Grammy.
Ella no lo admitió. Pregunté si había alguien que todavía quisiera un Grammy en
estos tiempos.
“¿Lo quiso alguien alguna vez?” exclamó.
Charley observó que esto (el mundo de la música) iba de lo que ocurría
“al día siguiente”.
“Bueno, es negocio”, dijo Fiona.
Habíamos planeado salir a cenar. En cambio, seguimos
bebiendo. Charley pidió al servicio de habitaciones. Fiona y yo comíamos uvas y
bebíamos zumo y fumábamos.
En algún momento después de las 2 de la mañana bajamos al
Honda Accord de Charley para escuchar la remezcla de “Hot Knife”. […]
Más tarde, cuando estábamos solos fuera de su hotel, le dije
que me sentía mal por pedírselo, pero me preguntaba si le importaría que nos
viéramos de nuevo, en California, para el artículo. Ella dijo que claro, que
ahora era su amigo. “Somos amigos”, dijo, “de verdad”.
Una semana más tarde, sonó mi teléfono. Era un video muy
pixelado. Ella iba con gafas y me miraba directamente a los ojos:
“Hola, Dan. Soy Fiona .(Mueve la cámara hacia su perro).
Esta es Janet. (La vuelve a mover). Um, ¿vas a venir por aquí mañana?. Um, yo,
yo, no sé, estoy desconcertada con lo que me acaba de llegar, este e-mail de
mierda, no sé lo que esta gente...¿ están intentando enemistarse conmigo para
que haga mierda como esta, para que empiece a pelearme con ellos?. No entiendo
por qué hay fotos de modelos en una página que habla de mí. ¿Quién cojones
son?. ¿Qué?. ¿Qué?.”.
En el texto adjunto se leía: “¿Eres del oeste?. ¿Y tú que
tal?. F”.
No tenía ni idea de lo que estaba hablando.
Entrevista original AQUÍ
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